Definitivamente
el nombre de Marca es algo que, a la hora de evaluar la conformación de un
negocio, resulta uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta desde
cualquier punto de vista. Sin embargo, no hay tal acuerdo cuando se trata de
determinar qué juega más a favor del negocio, si un buen nombre de Marca
(atractivo y con implicancias positivas) o si el nombre de Marca termina por
ser fuerte o débil en virtud de la calidad del producto o servicio que se
brinda al consumidor. Por supuesto que en Marketing, se debe equilibrar tanto
un eje como el otro, y hay teorías a favor de cada cual. En definitiva, el
“plus” que pueda agregarse a aquello que se está ofreciendo, es el que termina
por transformar en exitoso al nombre escogido, y hace de éste una Marca.
En
cualquier caso, nos interesa hablar de las tendencias en ese Nombre de Marca, y
en particular de la última etapa en que aparentemente se atestigua un cambio
sobre la elección del mismo.
Nombrar la
marca, significó siempre, imprimirle al negocio un NOMBRE PROPIO. Podía tener
un significado o podía no significar nada. Acaso cada uno de nosotros lleva por
nombre “algo” que sin su referente nada significa. A fin de cuentas de eso se
trata un nombre propio y llevado al mundo de las organizaciones podríamos
encontrar también vastos ejemplos.
En el otro
extremo, podemos ver como se nombra a la
marca con una palabra que sí tiene significado, y que en ocasiones se encuentra
en relación con el rubro en que se inserta el negocio, aunque también pueda
ocurrir lo contrario.
No obstante,
en el último tiempo ha surgido una variante por demás atractiva, y mucho más
frecuente a la hora de nombrar comercios, pero también presente a la hora de
nombrar marcas.
La última
tendencia parece indicar que el nombramiento de marca bajo el nombre propio, es
por lo menos, una variante entre tantas. Ahora el juego se ha abierto también a
la posibilidad de involucrar un verbo que determina a la marca en una frase.
Así,
comienza a ser frecuente encontrar ejemplos de comercios que llegan a llamarse “Dime
con quien te vistes”, “Atrápala si
puedes” o marcas como “Vete al
Diablo”
Por
supuesto que ya no solo nos encontramos dentro del campo del marketing sino que
también al plantearnos este aspecto terminamos por invadir el terreno de la
semiótica. En todo caso, compartimos esta apreciación a sabiendas de que sin
duda, se constituye como uno de los aspectos que merece ser explorado. Los estudios
sobre la cuestión, parecen estar todavía demasiado vedes pero creemos que a la
hora de nombrar la marca cambiar un sustantivo por un verbo, es toda una
aventura y sin duda una innovación. Más aún, si consideramos que el verbo
siempre implica una acción, y si caemos en la cuenta de que en todos los casos,
quien termina por ser interpelado a realizarla -a nivel simbólico o práctico-
no es otro que el consumidor.